Ya conocéis el revuelo que se arma con ciertos videojuegos, ya sea por que se le tacha de racista al matar a negros africanos (cuando en ningún momento se mata a “negros”, sino que se mata a “enemigos que están infectados, sin importar de donde sean o como sean) en Resident Evil 5; o cuando algún desequilibrado mental mata con una Katana a su familia (Final Fantasy VIII) o mata a un taxista intentando emular al juego (GTA IV) y le echan la culpa al juego antes de pararse a pensar que el problema está en la mente de esos individuos y no en el juego.
En esos casos (y muchos otros) “sólo” se arma polémica, pero más absurdo aún es la prohibición de videojuegos en Australia que superen la recomendación de +15, si, no hablamos de la recomendación de no comprarle el juego a los menores de 18 (o en este caso a los de 15), sino de prohibirlos, obligando así a la compañía a hacer modificaciones o simplemente a no publicar el juego en Australia.
Y esta vez le ha tocado a Left 4 Dead 2.
En esos casos (y muchos otros) “sólo” se arma polémica, pero más absurdo aún es la prohibición de videojuegos en Australia que superen la recomendación de +15, si, no hablamos de la recomendación de no comprarle el juego a los menores de 18 (o en este caso a los de 15), sino de prohibirlos, obligando así a la compañía a hacer modificaciones o simplemente a no publicar el juego en Australia.
Y esta vez le ha tocado a Left 4 Dead 2.