Guía Dragon Age: Inquisition

Códice - Historia

Un diario en unas ruinas enanas

 

 

Un diario en unas ruinas enanas

 

No pensaba que el Yermo Siseante tendría tanta vida, pero hay cazadores rondando las dunas. Una cazadora me ha enseñado un abrevadero y buenos sitios para acampar. Le he preguntado por el viejo thaig, pero no sabía qué era un “thaig” hasta que le he explicado que los enanos tenemos más ciudades aparte de Orzammar. Me ha dicho que estoy chalado por venir hasta aquí para estudiar las ruinas. Eso sí, de manera educada.

 

Seguro que estas estatuas fueron esculpidas hace miles de años. Una de dos: o a esta gente le encanta la arquitectura enana, o no es cierto el “hecho por todos es sabido” de que los enanos nunca construyeron ciudades en la superficie. Este es el material con el que se crean los tratados más famosos del mundo.

 

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Las inscripciones de las ruinas están en la vieja lengua (gracias, abuela, por enseñársela a este enano desagradecido). Los escritos hablan de “La triste despedida de la Roca”. Hace cientos de años, varias casas abandonaron sus thaigs para asentarse en esta zona bajo un mismo líder. ¿Huían de la guerra o huían para que no estallase la guerra? He leído una y otra vez los pilares hasta que no había luz y sé que estoy pasando algo por alto.

 

Mañana volveré. Ojalá la hermana de Felicity no le hubiese convencido para que no viniese conmigo. No me vendría mal alguien más para hacer guardia por las noches.

 

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Era un paragón. El hombre que lideró a las gentes hasta aquí y que construyó esta ciudad era el maestro herrero paragón Fairel.

 

Según la leyenda, murió en los Caminos de las Profundidades durante una guerra entre dos thaigs que usaban sus creaciones rúnicas para fabricar armas de destrucción fantásticas. Si el paragón huyó hasta aquí, significa que los registros no son ciertos o que alguien, hace miles de años, intentó maquillar la verdad sobre su marcha. ¡El mejor moldeador de runas de toda la historia enana huyó a la superficie con toda su casa! ¡Eso va a ahuecar algunas barbas en el moldeato!.

 

Mi padre me dijo que el antiguo negocio familiar estaba cerca de una arcada que formaba parte de la estatua del paragón de Fairiel. Ojalá hubiese podido enseñarle esto. Él siempre quiso pensar que nuestros antepasados de la Roca todavía nos guiaban. Estaría bien que fuese verdad, papá.

 

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Estaba calcando la heráldica grabada en una pared cuando he visto unos dibujos de armas con lagartos alados en las decoraciones. He pasado el resto del día traduciendo las inscripciones. Este verso se transmitió de padres a hijos en la casa Fariel, a lo largo de cientos de generaciones:

 

“De la Roca, no temáis nada, pero el cielo sin piedra traiciona con alas de llamas. Si hay que atravesar la superficie, si no hay otra manera, traed armas para defenderos de los urtok y prestad atención a sus gritos.”

 

“Urtok” significa dragón. ¿Por qué estaba en un escudo antiguo? ¿Por qué les preocupaba tanto a los enanos un monstruo que no habían visto nunca y lo tallaban en sus armas?.

 

Este lugar cada día es más imposible.

 

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Hace unos días estaba junto a una estatua y vi a una mujer que me estaba mirando. No se inmutó cuando me puse a gritar y a correr para recoger mis notas. Cuando le pregunté quién era y cuánto tiempo llevaba observándome, respondió educadamente con unos versos del Cantar. Le ofrecí agua pero negó con la cabeza, señaló hacia el este y dijo: “Bienaventurados los fuertes, pues perseveran en el nombre del Hacedor”. Cuando volví a mirarla, había desaparecido.

 

La pobre mujer debe de estar afligida. Parecía inofensiva, pero no sé cómo se mueve tan rápido con este calor.

 

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Acabo de descubrir la tumba de Fairel en el este. En mi vida he visto algo tan grandioso. No voy a escribir un ensayo sobre este sitio, voy a escribir un libro. Varios libros. Me haré rico, traeré una expedición y la Universidad de Orlais me suplicará que dé charlas cuando disponga de tiempo y no esté cenando con la emperatriz para enseñarle mis descubrimientos.

 

Eso sí, primero tengo que entrar en la tumba de Fairel. Las puertas están bien selladas. Parece que tienen una cerradura, pero en ninguna de las ruinas que he visto hay nada que se asemeje a una llave. Al salir, vi unos huesos en el suelo que no había visto antes. Todavía tenían sangre. Menos mal que quien habite aquí no estaba en casa cuando he llegado.

 

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Ha llegado un grupo de magos humanos. Están excavando unas construcciones muy profundas. Cuando me he intentado acercar, uno de los trabajadores me ha apartado y me ha dicho que me fuese antes de que me viesen “los Venatori”. No iba a hacerle caso pero me ha enseñado sus heridas. ¡Los magos le han estado sacando sangre para sus hechizos!.

 

He salido corriendo. Ojalá pudiese hacer algo. ¿Qué quieren estos “Venatori”? Las construcciones que vi parecían tumbas de estilo antiguo. Fairel era un maestro de las runas. Quizá la ciudad admiraba tanto sus creaciones que las sellaron...

 

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Hoy no ha sido un buen día. La tormenta de arena ha durado horas y una de esas horribles arañas casi me come vivo. Esta noche voy a hacer un buen fuego. La herida está vendada, pero quema al tocarla. Estoy un poco mareado. ¿Quizá deba descansar unos días?.

 

Entre tanto contratiempo he descubierto algo interesante, el nombre de este sitio. Lo he encontrado en unos grabados que hay en las puertas de la tumba de Fairel: “Kal Repartha”. “Un lugar en el que encontraremos la paz”.

 

Espero que la encontrasen

 

Localización:

En unas páginas encontradas por el Yermo Siseante.