Guía Dragon Age: Inquisition

Códice - Cuentos e historias

La dama cantarina

 

 

La dama cantarina

 

¿Habéis oído alguna vez la historia del Rey Bedwyr? Bedwyr, como muchos reyes, era un hombre muy orgulloso que solo esperaba la lealtad más absoluta de sus súbditos. Creía que la mejor manera de lograrlo era el miedo; al fin y al cabo, quienes lo temían nunca lo engañaban ni ponían en cuestión su reinado. Y, lo que era más importante, quienes lo temían siempre querían complacerlo.

 

Bedwyr cultivaba el terror entre sus subordinados mediante el uso alegre y desenfrenado de un aparato llamado “La Dama”. Se trataba de un barril de hierro del tamaño de un hombre, con bisagras y crueles pinchos dentro, pensados para atravesar al pobre diablo que encerraban ahí. La Dama de Bedwyr era una posesión muy preciada para él, y ocupaba un lugar de honor en su sala del trono, a menudo con una víctima dentro aullando. Rivales, presuntos asesinos, ministros traidores... pero, a medida que pasaba el tiempo, encerraba a gente por cosas más triviales: al cocinero por poner demasiada sal en la comida del rey, al paje por dejar caer su espada... La Dama cubrió con una mortaja el reino, y sus gentes rezaron para librarse del cruel rey.

 

Y un buen día, una extraña mujer llegó a la ciudad. Se hacía llamar Ascua y era emisaria de una tierra muy lejana. Según dijo, sus líderes habían oído hablar de la sabiduría y autoridad de Bedwyr y buscaban el consejo del monarca. La idea de que fuera merecedor de la adulación de reyes hermanos de Allende el mar hizo que Bedwyr se hinchiera de orgullo, y le concedió a Ascua una audiencia.

 

Cenaron y bailaron y, mientras, Ascua no dejó de halagar y adular al rey. Al terminar la velada, Ascua le pidió que le dejara ver la Dama, el famoso aparato que había dado a Bedwyr todo su poder. El rey, aturdido de tanto elogio, le enseñó a Ascua el aparato vacío. Ascua miró la Dama, suspiró decepcionada y dijo “A mi no me parece nada terrorífica. Imaginaba que las púas serían mucho más puntiagudas”.

 

Bedwyr se puso rojo al oír su comentario y contestó: “Las púas ya son bastante puntiagudas. ¡Mirad la sangre que aún gotea de ellas!”.

 

“Pero es muy pequeña”, dijo Ascua. “¿Solo caben en ella mujeres y niños?”

 

Bedwyr se puso aún más rojo y replicó “Por supuesto que no, la Dama ha devorado a muchos hombres”.

 

Ascua negó con la cabeza y le dijo al rey “No me lo creo. Seguro que ningún guerrero podría temer a este trasto. Un hombre como vos, alto y musculoso, ni siquiera cabría en él”.

 

El rey se echó a reír y vio una manera de demostrarle los méritos de la Dama a Ascua. “Os enseñaré con que facilidad cabe un hombre como yo”, dijo. Y, con ello, se metió en el aparato. Pero ascua lo estaba esperando y, en cuanto Bedwyr se coló en el barril de hierro, la mujer lo cerró de un golpetazo.

 

Ascua sacó a la Dama, con Bedwyr aullando en su interior, del castillo y lo llevó hasta la ciudad. Y el pueblo, libre al fin de la tiranía del rey, vitoreó y bailó al son del “canto” que resonaba por las calles, hasta que Bedwyr murió y el canto paró al fin.”

 

---Una historia que se suele contar en la taberna de la Dama Cantarina.

 

Localización:

En Refugio, por las afueras de la taberna.