Guía Dragon Age: Inquisition

Códice - Cuentos e historias

Duro en Altaciudad: capítulo ocho

 

 

Duro en Altaciudad: capítulo ocho

 

De Varric Tethras

 

Donnen Brennokovic dejó a su compañero Jevlan en el cuartel. El recluta estaba todavía más nervioso tras el encontronazo con la capitana Belladona y, aunque el propio Donnen empezaba a sentir cómo le pesaban y le dolían las extremidades tras un turno tan largo, por fin olfateaba algo en este caso. No permitiría que se le escapara.

 

La ciudad de Kirkwall tiene una larga historia de coleccionistas. La construyeron en tiempos antiguos los tevinteranos, que coleccionaban sufrimiento como el que colecciona monedas extrañas, y transmitieron su obsesión con obsesión a las generaciones futuras. En cualquier calle desde Ciudad Oscura hasta la Torre del Vizconde, siempre puedes encontrar a alguien que venda tapices o que tenga hasta la última cucharilla conocida de factura nevarra. O a alguno que atesora un extraño abanico de conocimiento histórico, igual de variopinto que la vajilla de su abuela.

 

Así es como se descubrió llamando a una puerta de la elfería pintada con vivos colores.

 

“¡Oh, un guardia! ¡Qué bonita sorpresa! ¿No habrán atracado a nadie, verdad?”, la elfa le sonrió. Tenía unos ojos verdes tan grandes que apenas le cabían en la cara y parecía estar hecha de nada más que codos y rodillas.

 

“Hoy nada de atracos, Maysie”. Donnen tuvo que agachar la cabeza ligeramente para pasar por la puerta. “Tengo algo que podría interesarte”. Le tendió la carta que la esposa del magistrado le diera la noche anterior.

 

“Vaya, esto no me parece muy interesante”, Maysie frunció el ceño, decepcionada. “Has cogido algo que pertenece a poderes superiores. Te lo haremos pagar. Menuda memez”.

 

“Esto no. Mira el reverso”.

 

La mujer dio la vuelta a la carta y arrulló de alegría como si hubiera encontrado un cachorrillo perdido. “¡Oh” ¡Pero mírate! ¡Si eres perfecto!”.

 

“Maysie”, Donnen habló con voz alta y firme, intentando recordarle que él seguía en la habitación, “¿de quién es este sello”.

 

“¡Oh, de los Ejecutores, por supuesto!”, Maysie miraba con ojos entrecerrados el sello de cera, emocionada, sosteniéndolo ante la ventana para tener mejor luz. “Debería haberlo sabido por la chorrada esa de 'los poderes superiores'. Solo se sabe de un ejemplar más, en una carta que reivindica la autoría del asesinato de la reina Madrigal, en el 5:99. ¡Y este es mucho mejor! ¡Mira la impronta!”.

 

“¿Se te ocurre cómo podría ponerme en contacto con estos 'Ejecutores'?””, preguntó Donnen.

 

“Oh, es que no son reales, claro. Todo el mundo lo sabe”.

 

Localización:

Por la zona de los establos en el Fuerte Revasan (Llanuras Exaltadas).