Guía Dragon Age: Inquisition

Códice - Cuentos e historias

Compendio del teatro orlesiano

 

 

Compendio del teatro orlesiano

 

Curiosamente, el elemento más inusual del teatro orlesiano gira en torno a la pasión que sienten por las máscaras nuestros vecinos del sur. Todos los actores llevan una máscara y toda máscara sigue una jerarquía de formas y colores que indican al público la importancia del personaje. Por ejemplo, las máscaras verdes de media cara indican un papel masculino protagonista, mientras que las máscaras púrpura de media cara indican que se trata de personajes principales femeninos. Las máscaras completas de color blanco se reservan para los papeles de sexo indefinido, tales como espíritus. No entrarían en este grupo los demonios, cuyas máscaras son siempre negras y rojas. Para complicar aún más las cosas para los nuevos espectadores del teatro orlesiano, la raza o el sexo del actor no tiene nada que ver con el papel que representa.

 

Si un director cree que el actor lo hace bien, permitirá que un hombre haga de viuda, que una mujer represente a un duque, o que incluso un elfo interprete a un rey. Una vez puesta la máscara, esta tiene prioridad sobre las personas reales. Ninguno de los actores con los que hablé pudo explicarme la historia de esta tradición, pero se enfadaron cuando les sugerí que otras naciones la consideraban un tanto extraña. Hay un férreo vínculo de confianza entre los grupos de teatro orlesianos y sus espectadores. De hecho, pocas veces he visto a un público más entregado que en Val Royeaux. Creo que los orlesianos, al estar rodeados de máscaras en su vida diaria, exigen y respetan un lugar en el que estos objetos indiquen claramente las intenciones del portador.

 

Al final de este libro se incluye un apéndice que lista la apariencia y el significado de las máscaras de teatro de Orlais. Estas convenciones son vitales para comprender la historia de su gran teatro, un viaje que espero que el lector encuentre tan satisfactorio como yo.

 

--De Compendio del teatro orlesiano, volumen I: introducción, del maese Pellinar

 

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Una tienda, el rey Drakon juega con su corona en las manos. Aparece su fiel primo, el capitán Ashan.

 

Capitán Ashan: Ssaludos, Majestad. Los ejércitos os esperan.

 

Rey Drakon: ¿Y el enemigo?

 

Capitán Ashan: los infectados acumulan tropas en la colina. Son más que nunca.

 

Rey Drakon: Nos han superado en el campo de batalla.

 

Capitán Ashan: Andraste nos armó con la fe.

 

Rey Drakon: Nuestros aliados están a una semana de Cumberland.

 

Capitán Ashan. La palabra del Hacedor nos ayuda.

 

Rey Drakon: No lo dudo.

 

Capitán Ashan: pero vuestro ceño está fruncido.

 

Drakon tira su corona.

 

Rey Drakon: El orgullo mató a nuestra profetisa. ¡Sus palabras sagradas son todo cuanto nos queda! Si se nos escapa la victoria, ¿quién la difundirá? ¿Quién acogerá el Cantar de la luz?.

 

Capitán Ashan: ¡Primo! ¡El ejército nos espera!

 

Rey Drakon: ¡Que el Hacedor nos otorgue un alma adecuada para guiarlo!.

 

--La espada de Drakon: análisis de la viuda y la historia del padre de Orlais, del marqués Freyette

 

No es ninguna sorpresa que la vida del rey Drakon sea una de las historias más famosas de Orlais. Tras fundar Orlais y la Capilla, este carismático y joven noble dedicó el resto de su vida a luchar contra la segunda Ruina. Las obras de Freyette destacan por ser el primer retrato del fundador de Orlais en el que se muestra como un hombre lleno de dudas, al igual que todos, en vez de ser un enigma idealizado. Algunas grandes sacerdotisas intentaron prohibir esta obra alegando que criticaba el estado actual de la Capilla. Pero La espada de Drakon demostró ser demasiado popular entre las masas y la nobleza, hasta el punto de seguir siendo un emblema del teatro orlesiano a día de hoy.

 

--De Compendio del teatro orlesiano, volumen II: clásicos de la Era de la Tormenta, del maese Pellinar Condesa Dionne: Te burlas de mí.

 

Duque Le Seuille: Según dicen, es lo que mejor se me da.

 

Condesa Dionne: ¡No puede ser nuestro hijo!

 

Duque Le Seuille: He preguntado por la ciudad: Lleva la vaina de mi tatarabuelo. La que desapareció aquella noche.

 

Condesa Dionne: Imposible.

 

Duque Le Seuille: Entonces, ¿no tienes nada en contra de nuestro visitante?.

 

Condesa Dionne: ¿A quién más has informado de esto?

 

Por la puerta del servicio entra una mujer vestida de negro, con una máscara dorada y plumas de cuervo en un lado. Hace una reverencia. La condesa se pone pálida y se tapa la cara con las manos.

 

Condesa Dionne: Pero si el hombre que va a visitar el castillo es nuestro hijo...

 

Duque Le Seuille: Como has dicho, no puede serlo. Por nuestro bien.

 

--De El heredero de Verchiel, de Paul Legrand

 

El heredero de Verchiel es una obra llena de traiciones, venganzas y que ofrece un clímax apasionante. Se trata de una producción que se representa cada año en la ciudad que le da nombre, para entretener a la nobleza que llega de la cercana Halamshiral. La primera representación de la obra contaba con el destacable actor Victor Boyet como el duque Le Seuille. Boyet, un elfo de Val Royeaux, interpretó papeles menores durante cinco años antes de convencer a Legrand que era adecuado apra el papel. Su primera actuación en la capital tuvo una acogida tan buena que todo el reparto recibió un sonoro aplauso y el propio emperador se levantó de su asiento cuando Boyet salió al escenario.

 

Para sorpresa de los foráneos, los elfos han tenido bastante éxito en los teatros de Orlais. Sin embargo, las vidas de los actores están repletas de tales escándalos e intrigas que conseguirían que hasta los bardos se sonrojasen. No es extraño ver cómo se tolera a los elfos y cómo a veces son incluso admitidos en los círculos más prestigiosos, pero Orlais trata a sus actores como una raza aparte.

 

--De Compendio del teatro orlesiano, volumen III: tragedias del estilo moderno, del maese Pellinar.

 

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La joven doncella: ¡Venid a bailar, mi señor!

 

El alcalde: ¡No! No, no puedo.

 

La joven doncella: Oh, os lo suplico, ¡no me dejéis sin baile!

 

El alcalde: ¡He bebido demasiado!

 

La joven doncella ¡Por favor, venid a bailar! ¡Pronto tendré que irme!

 

El alcalde: ¡Es demasiado! ¡Será mejor hacer caso a mi cautela!

 

Entre risas, la mujer levanta al alcalde de su asiento. Un fuerte sonido la detiene.

 

La joven doncella: ¿huele al estofado de repollo del mediodía?

 

El alcalde: Vaya, parece que ha venido de un lugar muy al sur para reunirse con nosotros.

 

--De Colinas de Wilkshire, de A. Pourri

 

Esta obra goza de una persistente popularidad, que para muchos es hasta vergonzosa. Siempre consigue reunir a un gran número de personas en los festivales y mercados. La ficticia aldea fereldena de Colinas de Wilkshire es el entorno en el que se desarrollan más de tres mil líneas de diálogos cada vez más extravagantes, con situaciones que no dejan de empeorar o que acaban con flatulencias.

 

Me han dicho que los actores siguen una dieta especial para representar convincentemente sus papeles, pero no he tenido valor para conocer más detalles.

 

--De Compendio del teatro orlesiano, volumen IV: comedias y operetas, del maese Pellinar Callista camina de un lado a otro en la almena sobre el lago. El cielo está oscuro. Tiene la mano una copa de veneno. Camallia está allí, con la cara tapada por un velo.

 

Callista: El amanecer se retrasa.

 

Camallia: No volverá a salir el sol.

 

Callista: Estará oculto por las nubes.

 

Camallia: No volverá a salir el sol.

 

Callista: La reina cree que has muerto.

 

Camallia, de espaldas al público, se pone frente a Callista y se quita el velo.

 

Callista grita de miedo. Deja caer su copa..

 

--La puesta de la luz, de Lumiere Bartlet

 

Este diálogo pertenece a una obra que está considerada como una de las más extrañas de su época. Bartlet era un escritor de poca reputación que murió cuando un incendio destrozó la chabola en la que vivía. La puesta de la luz está ambientada en la misteriosa ciudad de Demhe, que se supone que es otro mundo que, de algún modo, acaba convirtiéndose en nuestra luna. La primera producción estuvo plagada de accidentes, locura y suicidios. Algunos historiadores aseguran que la conclusión de la obra, que era tanto de una belleza aterradora como de una maldad impactante, fue responsable del Gran Disturbio de Val Royeaux, en el 4:52 de la Oscura.

 

Pero la verdad sobre esta afirmación seguirá siendo un misterio, ya que solo se conservan catorce páginas de la obra.

 

--De Compendio del teatro orlesiano, volumen V: obras perdidas o a medias, del maese Pellinar

 

Localización:

En varios puntos del Palacio de Invierno.