Guía Dragon Age: Inquisition

Códice - Cuentos e historias

Atravesando el Velo: momentos congelados

 

 

Atravesando el Velo: momentos congelados

 

Antes estudiaba el Velo como un erudito, diseccionándolo, como haría un niño con una rata o una rana. Era joven y anhelaba el poder que me podría dar el Velo. Intenté en vano hacer un mapa de sus caminos y, cuando eso no resultó, intenté conquistarlos. En mi arrogancia, luché contra la mismísima naturaleza del Velo. ¿Cómo puede uno inmovilizar un sueño? ¿Cómo puede uno controlar un pensamiento para que siempre siga el mismo curso, de la idea la realización?.

 

Solo cuando me desprendí de mis deseos y me volví humilde, el Velo se me abrió. Los espíritus llegaron y decidieron por su cuenta convertirse en mis guías, mis faros en la oscuridad. A sus órdenes, los caminos se quedaban quietos, y podía cruzarlos una y otra vez. Me enseñaron vastos océanos que no contenían agua, sino recuerdos, extraídos de la mente de los que sueñan. Vagué por docenas de momentos como cuadros, perfectos en cada detalle. Y, mientras exploraba este reino imposible, los espíritus mantenían a raya a los seres más oscuros. Aprendí a confiar en ellos, a amarlos incluso, y vi mi propio amor reflejado en ellos.

 

Para conocer el Velo, no se puede pretender dominarlo. El velo es el amo, el maestro. Nosotros somos meros aprendices.

 

--De los escritos del maese Callistus de Taraevyn, conocido por algunos como “Callistus, el loco del Velo”

 

Localización:

En el Velo durante la misión principal Aquí yace el abismo.