Guía The Elder Scrolls V: Skyrim

Libros de habilidades

Cuento de Hallgerd

 

 

-Habilidad: Armadura pesada

-Peso: 1

-Valor: 70

-Código: 0001AFF6

 

Se puede encontrar en las siguientes localizaciones.

 

Lugar 1

 

En el Jorrvaskr de Carrera Blanca. Sobre una mesa al final del hall principal.

 

Lugar 2

 

Guardia Brumosa

 

En la Torre Septentrional de Guardia Brumosa, al Sur de Carrera Blanca.

 

Lugar 3

 

Atalaya de la Grieta

 

En la cima de la Atalaya de la Grieta, al Noroeste de Riften.

 

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Creo que el mejor guerrero que ha existido nunca es Vilo Nommeno”, expuso Xiomara. “Nombra a otro guerrero que conquistara más territorios que él”.

 

“Lógicamente, Tiber Septim”, dijo Hallgerd.

 

“Él no era un guerrero, era un administrador, un político”, afirmó Garaz. “Y, además, los acres conquistados no son la forma más apropiada de determinar quién es el mejor guerrero. ¿Qué tal si nos centramos en la habilidad con la espada?”

 

“Existen más armas aparte de las espadas”, objetó Xiomara. “¿Y por qué no la habilidad con el hacha o el arco? ¿Quién era el mejor maestro a la hora de usar todo tipo de armamento?”

 

“No recuerdo a ningún gran maestro de cualquier arma”, dijo Hallgerd. “Balaxes de Agia Nero de Ciénaga Negra era el mejor luchador con la lanza. Ernse Llervu de Cenicia es el mejor maestro con el garrote que he visto. El gran maestro de la katana probablemente sea un señor de la guerra akaviri del que jamás hemos oído hablar. Y en lo que respecta al tiro con arco...”

 

“Pelinal Descarga Blanca supuestamente conquistó todo Tamriel él solo”, interrumpió Xiomara.

 

“Eso fue antes de la Primera Era”, comentó Garaz. “Probablemente la mayor parte de la historia sea un mito. Sin embargo, existen muchos tipos de grandes guerreros en épocas más modernas. ¿Qué me decís del Usurpador de Camora, ese héroe desconocido que unió el Báculo del caos y venció a Jagar Tharn?”

 

“Un campeón desconocido no puede ostentar el título de mejor guerrero. ¿Y qué opináis de Nandor Beraid, el campeón de la emperatriz Katariah?”, sugirió Xiomara. “Dicen que sabía usar cualquier arma jamás inventada”.

 

“¿Y qué pasó con él?”, sonrió Garaz. “Se ahogó en el mar de los Fantasmas porque no pudo quitarse la armadura. Podéis llamarme maniático, pero creo que el mejor guerrero del mundo debería haber sabido cómo liberarse de su armadura”.

 

“Es un poco extraño eso de considerar la forma de llevar una armadura como si de una habilidad se tratara”, dijo Xiomara. “O sabes desenvolverte llevando una armadura completa o no sabes”.

 

“Eso no es cierto”, dijo Hallgerd. “También hay maestros en ese aspecto, personas que pueden hacer las cosas mejor vistiendo una armadura que nosotros sin ella. ¿Alguna vez habéis oído el nombre de Hlaalu Pasoroth, el tatarabuelo del rey?”

 

Xiomara y Garaz tuvieron que admitir que no lo conocían.

 

“Hace cientos y cientos de años, Pasoroth era el gobernante de un gran estado que obtuvo por derecho tras ser proclamado el mejor guerrero del país. Se dice, y es totalmente cierto, que la mayor parte del poder actual de la casa se apoya en las ganancias que Pasoroth consiguió como guerrero. Cada semana se celebraban juegos en el castillo, en los que medía sus habilidades con campeones de los estados vecinos y todas las semanas ganaba algo.

 

Su mayor habilidad no se basaba en el uso de las armas, aunque se defendía bastante bien con el hacha y la espada larga. Su especialidad eran los movimientos rápidos y su gran agilidad pese a vestir una pesada cota completa. Algunos comentaban que se movía incluso más rápido cuando llevaba la armadura que sin ella”.

 

“Unos meses antes del comienzo de esta historia, había ganado a la hija de uno de sus vecinos, una preciosa criatura llamada Mena con la que contrajo matrimonio. La quería mucho, aunque sentía unos celos increíbles, y con razón. A ella no le complacían demasiado sus habilidades como marido y la única razón por la que Mena no se perdió fue porque Pasoroth la vigilaba muy de cerca. Ella era, por decirlo de forma agradable, amorosa por naturaleza, y estaba resentida por su posición como premio. Allí a donde él iba, siempre la llevaba consigo. En los juegos, ella ocupaba un palco especial desde donde podía verla incluso mientras competía”.

 

“Aunque su verdadero competidor, pese a que él no lo sabía, era un guapo joven armero al que también había ganado en uno de los juegos. Mena se fijó en él, y el armero, llamado Taren, hizo lo mismo”.

 

“Tiene todos los ingredientes de un chiste verde, Hallgerd”, dijo Xiomara con una sonrisa.

 

“Te prometo que es totalmente cierto”, respondió Hallgerd. “El problema al que se enfrentaban los amantes era, por supuesto, que nunca podían verse a solas. Quizá por este motivo, su amor se convirtió en una ardiente obsesión para ambos. Taren decidió que el mejor momento para que consumaran su amor era durante los juegos. Mena fingió estar enferma, por lo que no tuvo que presentarse en el palco, aunque Pasoroth visitaba su habitación cada pocos minutos entre lucha y lucha, por lo que Taren y Mena nunca podían estar juntos. El sonido de la armadura de Pasoroth subiendo por las escaleras para visitar a su mujer enferma le dio a Taren una idea”.

 

“Diseñó para su señor una nueva armadura completa fuerte, brillante y con una decoración preciosa. Para su objetivo, Taren restregó las articulaciones de las piernas con polvo de luca para que, cuanto más sudara y se moviera, más se pegaran. Pasado un tiempo, pensó Taren, Pasoroth no sería capaz de andar muy rápido y no dispondría del tiempo suficiente para visitar a su mujer entre lucha y lucha. Sin embargo, por si acaso, Taren añadió además unas campanillas a sus piernas que sonaban fuertemente cuando se movían, de manera que la pareja podría oírle llegar con mucho tiempo de antelación”.

 

“Cuando los juegos comenzaron la semana siguiente, Mena fingió estar enferma de nuevo y Taren le presentó a su señor la nueva armadura. Pasoroth estaba encantado con ella, tal y como supuso Taren que estaría, y se la puso en su primera lucha. Entonces, Taren se escabulló escaleras arriba hasta el dormitorio de Mena”.

 

“Reinaba el silencio fuera cuando los dos comenzaron a hacer el amor. De repente, Mena notó una expresión extraña en la cara de Taren y, antes de que tuviera la oportunidad de preguntarle qué ocurría, su cabeza voló de su cuello. Pasoroth se encontraba tras él, hacha en mano”.

 

“¿Pero cómo logró subir las escaleras tan rápido con las articulaciones de las piernas medio pegadas? ¿Y por qué no oyeron las campanillas?”, preguntó Garaz.

 

“Bueno, cuando Pasoroth se dio cuenta de que no podía andar muy deprisa con las piernas, decidió caminar con las manos”.

 

“No me lo puedo creer”, rió Xiomara.

 

“¿Y después qué ocurrió?”, preguntó Garaz, “¿Pasoroth asesinó también a Mena?”

 

“Nadie sabe con exactitud qué paso después”, dijo Hallgerd. “Pasoroth no volvió al siguiente juego, ni al siguiente. Volvió a la lucha en el cuarto, y Mena apareció para verle desde su palco. Ya no parecía estar enferma. De hecho, estaba sonriendo con la cara ligeramente sonrojada”.

 

“¿Lo hicieron?” gritó Xiomara.

 

“No dispongo de los detalles picantes. Solo sé que, tras la batalla, diez escuderos tardaron trece horas en quitarle la armadura a Pasoroth por todo el polvo de luca mezclado con el sudor”.

 

“No lo entiendo. Te refieres a que no se quitó la armadura cuando ellos... ¿Pero cómo?”

 

“Como os decía”, respondió Hallgerd, “esta es la historia de alguien que era más ágil y que coordinaba mejor sus movimientos con la armadura puesta que sin ella”.

 

“Eso sí que es habilidad”, dijo Garaz.

 

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