Guía The Elder Scrolls V: Skyrim

Libros de habilidades

Guerrero

 

 

-Habilidad: Bloquear

-Peso: 1

-Valor: 50

-Código: 0001AFE0

 

Se puede encontrar en las siguientes localizaciones.

 

Lugar 1

 

Refugio de Sombra Errática

 

En el Refugio de Sombra Errática al Sureste de Lucero del Alba, cerca de la chimenea en la sala del jefazo.

 

Lugar 2

 

Fuerte Kastav

 

En el Fuerte Kastav, al Sur de Hibernalia.

 

eliteguias

 

Este es el tercer volumen de una saga de cuatro libros. Si el lector aún no ha leído las dos primeras entregas, “Mendigo” y “Ladrón”, sería aconsejable que retomase la lectura una vez terminadas estas.

 

Suoibud Erol no sabía mucho de su pasado, aunque tampoco le interesaba. De niño, había vivido en Erolgard, pero el reino era tan pobre que los tributos resultaban excesivos. Era demasiado joven para gestionar su abundante herencia, así que sus sirvientes, temerosos de que su señor quedara arruinado, decidieron trasladarlo a Jallenia. Nadie sabía por qué se eligió ese sitio. Una anciana sirvienta, fallecida tiempo atrás, pensaba que era un buen lugar para criar a un niño. Y nadie tenía una idea mejor.

 

Sería muy difícil encontrar a un niño más mimado y consentido que el jovencito Suoibud. Conforme crecía, se iba dando cuenta de que aunque era muy rico, carecía de todo lo demás. No tenía familia ni posición social y tampoco contaba con seguridad alguna. Como descubrió en más de una ocasión, la lealtad no se puede comprar. Comprendió que solo disponía de una baza, su inmensa fortuna, la cual estaba dispuesto a proteger y, si era posible, incrementar.

 

Hay gente avariciosa, pero agradable; sin embargo, ya sea por su naturaleza o por su educación, a Suoibud lo único que le interesaba era conseguir oro y acumularlo. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera para aumentar su riqueza. En los últimos tiempos, había comenzado a contratar mercenarios en secreto para que atacasen propiedades que luego compraba cuando ya nadie las quería. Los ataques cesaban de repente, claro está, y Suoibud disponía entonces de tierras muy rentables que había comprado a precio irrisorio. Al principio usó esa treta con pequeñas granjas, pero se había vuelto ambicioso.

 

En la parte central de la zona norte de Skyrim hay una zona llamada El Aalto, que tiene una situación geográfica excepcional. Está emplazada en el valle de un volcán inactivo rodeado de glaciares; por lo que la tierra está caliente debido al volcán, pero la constante llovizna y el aire son muy fríos. Las condiciones son óptimas para el cultivo de una uva llamada jazbay, que en cualquier otra zona de Tamriel se seca y muere. El extraño viñedo es propiedad privada, y la producción de vino era escasa y extremadamente cara. Se dice que incluso el emperador necesita el permiso del consejo imperial para tomarse una copa de este vino una vez al año. Suoibud quería hostigar al propietario de El Aalto para que vendiera su tierra barata, pero para ello necesitaría algo más que unos cuantos mercenarios. Tendría que contratar el mejor ejército privado de todo Skyrim.

 

Suoibud detestaba gastar dinero, pero accedió a pagar una gema del tamaño de un puño al general del ejército, una mujer llamada Laicifitra. Aún no se la había entregado, ya que el pago se realizaría tras completar con éxito la misión, pero ya tenía problemas de insomnio pensando en que perdería ese tesoro. Dormía siempre durante el día para poder vigilar su almacén por la noche, cuando los ladrones andaban sueltos.

 

Esto nos lleva al instante en que, tras una especie de duermevela, Suoibud se despertó a mediodía y sorprendió a un ladrón en su dormitorio. El ladrón era Eslaf.

 

Eslaf había estado pensando saltar por la ventana; treinta metros de caída hacia las ramas de un árbol que se encontraba al otro lado de las murallas del palacio y un salto a un montón de heno. Cualquiera que haya intentado semejante proeza podrá corroborar que llevarla a cabo requiere concentración y nervios templados. Cuando vio que el ricachón que dormía en la habitación se había despertado, perdió ambas cosas y se escondió tras un gran escudo decorativo a la espera de que Suoibud retomara el sueño.

 

Suoibud no volvió a dormirse. No había oído nada, pero sentía que había alguien en la habitación. Se levantó y comenzó a andar por la estancia. Suoibud anduvo y anduvo hasta decidir gradualmente que se estaba imaginando cosas. Allí no había nadie. Su fortuna estaba a salvo.

 

Ya iba a meterse en la cama cuando oyó un golpe metálico. Al volverse vio la gema que debía entregarle a Laicifitra en el suelo, junto al escudo de caballería atmorano. Una mano salió de detrás del escudo y cogió la gema. “¡Ladrón!”, gritó Suoibud mientras agarraba una katana akaviri enjoyada y se abalanzaba sobre el escudo.

 

La “lucha” entre Eslaf y Suoibud no pasará a los anales de los grandes duelos de la historia. Suoibud no sabía usar la espada y Eslaf tampoco era un experto parando con el escudo. La pelea fue torpe y extraña. Suoibud estaba furioso, pero era psicológicamente incapaz de asestar ningún golpe que pudiera dañar la filigrana de la espada y redujera por tanto su valor en el mercado. Eslaf no paraba de moverse, arrastrando el escudo tras de sí para intentar interponerlo entre su cuerpo y la espada, movimiento defensivo básico donde los haya.

 

Suoibud gritaba frustrado cada vez que golpeaba el escudo mientras lo perseguía por la habitación. Incluso intentó negociar con el ladrón, explicándole que le había prometido la gema a una gran guerrera llamada Laicifitra y que si se la devolvía, le compensaría de alguna forma. Eslaf no era muy listo, pero no se tragó el anzuelo.

 

Cuando los guardas de Suoibud llegaron al aposento de este en respuesta a su llamada, Eslaf ya había logrado situarse frente a una ventana, cubierto por el escudo.

 

Arremetieron contra el escudo, aprovechando que manejaban la espada mejor que Suoibud, pero descubrieron que allí ya no había nadie. Eslaf había escapado saltando por la ventana.

 

Mientras corría por las calles de Jallenia, Eslaf podía oír el tintineo de las monedas de oro en los bolsillos y el roce de la gema que había guardado, pero no sabía adónde ir. Lo único que tenía claro es que no podría regresar a esa ciudad y que debía evitar a esa guerrera llamada Laicifitra, que podía reclamarle la joya.

 

La historia de Eslaf Erol continúa en la próxima entrega de esta saga: “Rey”.

 

eliteguias