Guía The Witcher 3: Wild Hunt

Siguiendo tus órdenes, Filibert, nos unimos a la “expedición” de Conrad Veidt. Es un auténtico idiota profundo. Partió de Caravista con la intención de llegar a Lan Exeter por sí solo, ¡y lo mejor es que no pensaba comerciar con nadie por el camino! Dijo que había apostado con sus amigos a que podría conseguir su objetivo en menos de ochenta días.

Su carro estaba abarrotado de provisiones, junto con un pesado cofre lleno de florines nilfgaardianos amarrado a la caja delantera. Bebimos y comimos toda la noche en El Faisán, a su costa. Todavía tengo acidez. No dudó un momento en aceptar que lo acompañáramos en su travesía. Nuestra sugerencia de acampar a las afueras de la ciudad no levantó la menor sospecha. Casi terminamos el trabajo sin ensuciarnos las manos, pero por desgracia... Zuézan le zurró con el martillo demasiado flojo, no le rompió el cráneo a la primera y, aunque el cretino estaba borracho como una cuba, gritó como un condenado y asustó a los caballos. Para empeorar las cosas, ya llevaban puestos los arreos y arrastraron el carro hasta el lago.

Vamos a tener que largarnos de aquí lo antes posible, porque esto está atestado de caballeros andantes y guardias ducales, pero, para colmo de males, el carro se ha atascado en el barro... [Una gran mancha de tinta impide leer el resto del informe]